Es camino, viaje, pan, y sonrisa, y mar, y sosiego.

Luz, que yo tanto necesito. La mirada que encontrar cuando te pierdes, la persona hacia la que girarte cuando todo va bien. O mal. O regular. O no va, o no sabes cómo irá, o qué hacer para que vaya.

Sea como sea, ella lo logrará.

Es el personaje principal del libro de nuestra vida. Y el coprincipal. Y el secundario. Y hasta el anecdótico. Es protagonista, decorado, teatro y libreto. Apuntadora. Espectadora. Ahí.

Es todos y cada uno de los guijarros que ruedan por el lecho de un arroyo, y todas las gotas de lluvia, y los rayos de sol, y las nubes blancas, rosas, naranjas, grises y negras (sí, estas últimas también. Si vives en esta parte del Mediterráneo, vaya si eso no lo verás como algo tan fascinante como hermoso).

Ella se sienta conmigo en las rocas, y se mete la cala entre pecho y espalda, y todo el mar que nos quepa en las pupilas, y los atardeceres y las olas y los silencios, y todos los caminos y todos los destinos.

También, me lleva cervezas en una neverita (pero no es eso lo que hace que la quiera más).

Es (un) cielo, una de esas personas que nunca creerías que existen si no las vieras con tus propios ojos. Pues mírala, ahí está. Yo, que soy apóstata, atea e impía, juraría sobre cualquier texto sagrado o pagano, de cualquier doctrina, fe, religión, secta o grupo sandunguero, juraría de forma racional, científica, sindical, sociológica, deportiva e incluso eroticofestiva, que es imposible no quererla (Im. Po. Si. Ble).

Y no me equivocaría.

Ella es tú, ti, te, contigo. Para ella, la primera persona del singular solo sirve para el posesivo bonito, el de micosita, miamor, misniñas, miclari.

Pero ella es demasiadas cosas para resumirlas en un puñado de líneas y subirlas en forma de post a un blog. Porque la vida de todos los días no cabe en un alfabeto combinado, entre comas, puntos, mayúsculas y corrección ortotipográfica.

Y es que Susy es vida. Mivida.

Feliz hoy, iño. Gracias por todos los ayeres que me has dado, gracias por estar aquí para los mañanas que vendrán. Ya llevamos un milenio en nuestra cuenta, ¿vamos a por el segundo?

23.6.3.24.