… en una infancia muy, muy lejana…

Es imposible explicar por qué te afecta la muerte de alguien a quien jamás conociste si nunca has sentido la necesidad de escapar de una realidad que no te gusta.
Tal vez no sea posible hacer entender por qué le lloras a un personaje de ficción (y a la mujer tras él) que jamás existió salvo dentro de ti.
Solo sabed que hace mucho tiempo, en una (triste) infancia muy, muy lejana, estuvo ella.
Y fue suficiente.
Leia me dio una infancia y un escudo contra el Lado Oscuro. Un corazón.
Carrie Fisher, razones para estar orgullosa.
La eternidad es ya para ambas.

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«(…) Muchos de los que nacimos a finales de los años sesenta, podemos decir que «no tuvimos infancias felices, pero tuvimos La guerra de las galaxias». En estos tiempos de videojuegos, efectos especiales que reconstruyen dinosaurios y realidades virtuales es difícil imaginar lo que aquel cuento de caballeros andantes galácticos representó. Cambió por completo nuestra imaginación y, por lo tanto, nuestra forma de mirar el mundo. Y esa revolución es imposible de comprender sin la princesa Leia (…)».
Guillermo Altares – El País